La sangre de Cristo suplica a Dios el perdón

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Domingo, 11 de octubre del 2009
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La sangre de Cristo suplica a Dios el perdón
Por Padre Alfredo
Viernes, 12 de junio del 2009

He comentado en alguna ocasión en este espacio que uno de los versículos más abusados de la Biblia es Mateo 26, 25.

Aquí vemos la respuesta del pueblo a Pilato durante el juicio de Jesús: '¡Que su sangre caiga sobre nosotros y nuestros hijos!' Este pasaje se ha usado para excusar toda clase de horror antisemítico. Por esta razón, a veces nos da temor aun hacer referencia a él. En mayo el Papa Benedicto XVI fue a Tierra Santa de peregrino y mensajero de la paz. Una de sus visitas más comentadas fue al Memorial del Holocausto, Yad Vashem. Algunos pensaron que no había dicho suficiente, como alemán, para condenar los crímenes de los nazis. Pero sus palabras estuvieron claras al hablar de las víctimas del Shoah:

'Mientras estamos aquí, en silencio, su grito sigue resonando en nuestro corazón. Es un grito que se eleva contra todo acto de injusticia y de violencia. Es una condena perenne de todo derramamiento de sangre inocente. Es el grito de Abel, que se eleva desde la tierra hacia el Omnipotente. Al profesar nuestra inquebrantable confianza en Dios, damos voz a ese grito con las palabras del libro de las Lamentaciones, lleno de significado tanto para judíos como para cristianos. 'El amor del Señor no se ha acabado, ni se ha agotado su ternura; cada mañana se renuevan: grande es tu lealtad. Mi porción es el Señor, dice mi alma, por eso en él espero. Bueno es el Señor con el que en él espera, con el alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor' (Lm 3, 22-26)'.

La reacción de muchos en los medios de comunicación israelíes, que no encontraron suficientemente fuertes las palabras del Papa Ratzinger me hacen pensar una vez más en este pasaje. Si el católico hace referencia a 'la sangre de nuestros hijos', existe el peligro de hacer parecer que esté aprobando los horrores cometidos contra el pueblo judío, horrores que, como dijo el Papa Benedicto en su viaje a Polonia en el 2006, fueron un intento de destruir no sólo a un pueblo, sino a su Dios y su ley de amor.

Es la fiesta que celebramos este domingo, la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, que nos puede ayudar no solamente a entender mejor el valor incomparable del sacramento de la Eucaristía, sino también, de una manera quizás sorpresiva, valorar este pasaje controvertido, a la luz del significado de la Sangre de Cristo.

Nuestras lecturas para esta festividad nos ayudan a ver que los cristianos debemos entender que las palabras de los judíos no estaban reclamando una maldición terrible sobre ellos mismos, sino estaban invocando la bendición más grande. En cada Misa, pedimos por ellos, y por nosotros mismos, esa bendición. ¿Cómo es eso? Cuando el pueblo de Israel celebra la pascua, recuerda la huida de Egipto, cuando la sangre del cordero, en el dintel de la puerta, fue la marca de la salvación. Luego en Exodo 24, 3-8, del cual leeremos el domingo, vemos que en el sacrificio de Moisés, él rocía la sangre de los toros sacrificados sobre el pueblo, como signo de la alianza. En la última cena, Jesús les dice a sus discípulos que les está ofreciendo 'la sangre de la alianza, que se derrama por todos' (Marcos 14, 24). La 'sangre ... sobre nosotros y nuestros hijos' es la Sangre de Cristo, la Sangre que ofrece la salvación, no la condenación.

En la fiesta de Corpus Christi, recemos para que la Sangre de Cristo le traiga la salvación a todo el mundo. La sangre de Cristo es la única que, en vez de clamar a Dios por venganza como la de Abel (cf. Génesis 4, 10), le suplica a Dios el perdón y la misericordia. Pedimos por el pueblo judío y por todos los pueblos que han sufrido la opresión y los intentos de genocidio, para que lleguen a conocer el amor de Dios que Cristo dio su vida para revelarnos. Pidamos por nuestra sociedad, donde sigue existiendo la injusticia y el mal, donde claman al cielo la sangre de los indocumentados que mueren en los mares y en los desiertos, igual que la sangre de los niños que mueren a causa del aborto. '¡Que la Sangre de Cristo caiga sobre nosotros y nuestros hijos!'

El Rev. Padre Alfredo I. Hernández es párroco de la iglesia Católica Santa Juliana. Su correo electrónico es fralfredo@stjulianacatholicchurch.com.
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